Proceso Terapéutico Transpersonal

¿Qué es el Proceso Terapéutico?

El primer objetivo del proceso terapéutico de la terapia transpersonal es aliviar el sufrimiento, un sufrimiento que pertenece al ego. El paciente viene identificado con el ego y hace suyo ese sufrimiento. El punto de partida es el cuerpo dolor, como lo llama Eckhart Tolle. Es ese cuerpo dolor el que nos ha llamado por teléfono. Durante el proceso de una terapia transpersonal integramos ese ego que sufre con nuestra dimensión interior más profunda. Entonces la persona poco a poco va construyendo un puente entre su ego y su identidad esencial, es decir, el paciente expande su conciencia, deja atrás la identificación con el cuerpo dolor y se sitúa en la conciencia testigo que observa lo que le pasa.

El proceso terapéutico

La terapia transpersonal es una investigación, un proceso en el que nos disponemos a trascender lo individual y darnos cuenta de que formamos parte de algo más grande que a su vez forma parte de algo superior. Venimos a la terapia identificados con nuestro cuerpo dolor, un autoconcepto que suele ser una visión parcial de nosotros mismos. Se nos invita, a través del proceso terapéutico, a que trascendamos esos límites y a que seamos conscientes de las profundas capacidades de nuestro Ser, que hasta ahora habíamos ignorado.

Cuando un paciente viene a la consulta puede ser un paciente locuaz o un paciente taciturno. En cada caso mi actitud como terapeuta será diferente.

El paciente locuaz, cuando entra en la consulta es posible que ya tenga en su mente lo que quiere decir. La parte visible del iceberg solo es el conflicto que quiere resolver. Es probable que ese conflicto venga ya con ilustraciones de su situación familiar, social o laboral. Si esto es así, en esta primera aproximación, no veo esencial hacer ninguna pregunta, sino solo escuchar, crear el espacio para que el paciente expanda la información que trae hasta el nivel que él considere necesario. Creo que es importante que las ideas que transmite nos lleguen claras y precisas. Mis preguntas se limitarían a entender lo que me llega de forma confusa. Creo que esa información que muestra u oculta es el punto de partida. Porque tan importante puede ser que hable mucho de la madre como que no mencione al padre. Muchas veces es precisamente la información que oculta la que guarda la llave del conflicto.

También puede ocurrir que el paciente se muestre incapaz de mostrarnos el problema que causa su malestar. En este caso es necesario indagar en todos los aspectos de su vida. Pero lo primero es ayudarlo a hacerse consciente de sus emociones y pensamientos. ¿Qué sientes cuando te despiertas? Si no hay respuesta concretas será necesario enfocar la emoción directamente ¿Estas triste? ¿Sientes rabia? ¿Miedo? .

Hay que trabajar con el cuerpo dolor. Siempre partimos del cuerpo. Después tal vez sea preciso hablar del cuerpo como objeto físico ¿Qué sientes cuando te miras al espejo por las mañanas? ¿Te gusta la ropa que hay en tu armario? Nuestro cuerpo es la casa del ego.

También es importante tener una visión general de su sistema familiar, laboral y social. Aunque todos estos sistemas están interconectados: Tengo problemas en casa porque trabajo muchas horas. Mis amigos no cuentan conmigo porque mis hijos apenas me dejan tiempo libre.

 

La tarea de la observación

Cuando el paciente sale de la consulta debe ser consciente de que se ha montado en un Tren Transpersonal que le lleva a un destino, a un lugar concreto, y que ha comenzado un viaje con una longitud determinada. El primer destino de este viaje puede estar a seis meses vista, por ejemplo. Creo que es importante establecer fechas de finalización de los procesos. La ley de Parkinson dice que el trabajo que tenemos que hacer se expande hasta llenar el tiempo que tenemos disponible para ello. A nuestro subconsciente hay que indicarle que tenemos un hito que cumplir en un tiempo determinado. Es verdad que un proceso terapéutico no es una tarea, pero toda terapia exige tareas y responsabilidades. El terapeuta ya ha llegado en otro tren a la misma estación a la que acompaña al paciente. Yo ya estuve allí y te voy a acompañar mientras haces tu propio viaje de evolución.

Como he dicho antes la terapia conlleva realizar tareas. Una terapia transpersonal nos propone trabajar la observación. Y para eso no podemos acelerar la velocidad de nuestro tren, sino detenernos para poder apreciar el paisaje. No se trata de llegar sino de descubrir que uno está donde debe estar. Donde el tiempo se disuelve desaparece el espacio. Puede ocurrir que el paciente nunca se haya parado a observarse y que no sepa cómo hacerlo. Entonces podemos indicarle algunas pautas de observación para que las haga hasta la siguiente consulta, como que practique la respiración consciente en cualquier momento del día.

El dolor consciente

Cuando un paciente va al terapeuta porque sufre un duelo o una pérdida es probable que el paciente piense que el terapeuta va a quitarle el dolor que esa pérdida le está produciendo. Tal vez el paciente no haya asumido la pérdida o no se permita experimentar el dolor de forma consciente. Si es así, el plan terapéutico consistiría en acompañar al paciente mientras se hace consciente de su dolor. Ayudar al paciente para que deje de oponerse a lo que ha ocurrido, sino que intente aceptarlo de forma consciente y sin lamentaciones o victimismos.

Ser consciente del dolor es el primer paso para sanarlo. Para eso propondría una visita semanal durante un periodo de seis meses, aunque es probable que el duelo dure más tiempo. Si la fase de sufrimiento es muy aguda tal vez se podría aumentar la frecuencia de las visitas a dos veces por semana, pero solo durante un breve espacio de tiempo hasta que el paciente se hubiera familiarizado con su emoción. Podría invitar al paciente que acepte y sienta la pena cuando ésta llegue, ya sea en el metro, el trabajo o mirando la televisión, que intente abandonar las resistencias a experimentar su dolor. El dolor viene a sanarnos y por eso hay que mirarlo con buenos ojos. Nuestra fuerza para hacernos cargo de nuestra vida nace de ese dolor.

El gozo de ser útil

Ser terapeuta es experimentar el supremo gozo de ser útil. Ahora mismo ni siquiera pienso que sea una elección respirar ese gozo. El Eterno Yo Soy es Ser Útil. Ser terapeuta es una forma de vivir con alegría. Lo primero que siento ante quien busca mi acompañamiento es gratitud por permitirme estar a su lado, gratitud por abrirme las puertas de su dolor. Esa gratitud se va transformando en alegría a medida que me instalo en la presencia. Alegría al servicio de algo superior que está por encima de ambos. Ser terapeuta es decir Quiero Vivir. Cuando estoy con un paciente veo grandes posibilidades en él, una gran capacidad y fortaleza para que él mismo pueda resolver su malestar, porque yo no puedo darle nada que él no posea ya antes de entrar por la puerta. Cuando se despide experimento compasión y humildad. Compasión porque el paciente tal vez se vaya más consciente de su dolor que cuando vino y humildad porque soy más consciente de mi limitada capacidad de sanarle.

Gracias por escucharme

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