Dice Maslow que el verdadero desarrollo del ser humano depende de su comunión con lo que lo trasciende. En este sentido la Psicología Transpersonal nos invita a comunicarnos con aquello que está más allá de nosotros mismos para lograr esa evolución. Ese viaje hacia lo que nos trasciende lo hacemos a través de la persona y sin negar la presencia del ego, porque solo evolucionamos observando nuestros deseos, miedos y contradiciones.
La Psicología Transpersonal nos invita a hacernos la pregunta ¿Quién soy yo más allá de la persona?, y al mismo tiempo nos ofrece herramientas para, si es nuestro deseo, intentar responderla. La principal herramienta es la observación.
No soy hombre ni mujer, solo soy una persona.
Cuando tenía 17 años cantaba esta canción de Mecano con la que pretendía rebelarme frente a las etiquetas. Ahora 30 años después hablar de persona es hablar de otra etiqueta en la que tal vez me sienta igual de atrapado que entonces.
Hace unos meses mi amigo Alejandro y yo estábamos viendo Persona, una película de Ingmar Bergman, que muestra el proceso de construcción y destrucción de la identidad de dos mujeres, una de ellas una actriz que ha decidido dejar de hablar (de actuar) y su enfermera. Si persona significa máscara ¿existe entonces una identidad más allá de la máscara?
Cómo enfrentarnos desde la Psicología Transpersonal al hecho de sentirnos atrapados dentro de nosotros mismos.
A veces nos gustaría abandonar la piel que habitamos, pero nuestra piel es un receptáculo hermético e impermeable. En su película La piel que habito, Almodóvar nos muestra cómo se puede fabricar una persona. En la cinta el cuerpo biológico de un hombre es transformado en el cuerpo biológico de una mujer. El chico protagonista observa la nueva geografía de su cuerpo y comprueba que sus otrora lisos pectorales ahora contienen un par de tetas y que donde antes se erguía su rocosa virilidad ahora discurre un valle profundo. Ese hombre (o mujer o persona) observa su cuerpo, y con la voz de Ken Wilber puede cantar una nueva versión de la canción de Mecano: Yo no soy un cuerpo de hombre ni de mujer, ni siquiera soy el cuerpo de una persona.
Llega un momento en nuestra vida en la que no nos basta vernos reflejados en un espejo para saber quiénes somos. Hubo una vez una niña, una tal Alicia, que se hizo esa misma pregunta y atravesó el espejo. Antes de cruzar el espejo, en su anterior estado no ordinario de conciencia, Alicia cayó dentro dentro de un agujero que resultó ser una madriguera. Como diría Victor Frankl, Alicia en su mundo subterráneo se percibe perdida en un mundo carente de sentido, lo que le provoca un doloroso y enorme vacío difícil de sobrellevar. Pero ese país de los horrores, que la cultura de la alineación ha transformado en país de las maravillas, es el que ayuda a Alicia a despertar.
La Psicología Transpersonal puede dar sentido a ese agujero en el que caemos cuando descubrimos que nuestras motivaciones han dejado de estar dominadas por los intereses propios, cuando el trabajo ya no es un medio para lograr una casa y un coche o cuando la pareja deja de ser válida para experimentar el amor. ¿Quién soy entonces? Nos hacemos esa pregunta mientras caemos por el agujero o cuando el suelo que sentíamos firme bajo nuestros pies comienza a temblar. Es la llamada de Gandalf a nuestra puerta la que hace temblar la tierra bajo nuestros pies. El mago viene a llevarnos de excursión a buscar un tesoro perdido en la Montaña Solitaria, justo en el momento en el que va a comenzar el capítulo de nuestra serie favorita. Ese salto del sofá a la aventura es el sanador salto comprensivo, que nos ofrece la Psicología Transpersonal.
¿Cómo puedo intensificar mi propio proceso de transformacion? ¿Tal vez enganchándome a Walking Dead? Es probable que Bilbo Bolsón no se hiciera esa pregunta, mientras fumaba su pipa y miraba la televisión. Sus problemas más acuciantes en ese momento tal vez estuvieran en saber cómo su héroe televisivo sobreviviría al ataque de los Caminantes. Pero cuando Galdalf le propone la Aventura su corazón se acelera con las infinitas posibilidades que se le abren ante el objetivo que el mago le plantea: arrebatarle el tesoro de los enanos al dragón Smaug. El tesoro, Bilbo Bolsón, lo encuentra en el centro de su desesperación y su miedo, en lo más profundo de la Montaña Solitaria, porque ese tesoro está custodiado por un monstruo. ¿Qué más da si ese monstruo es la Reina de Corazones o el dragón Smaug?
Es posible que el mago llame a nuestra puerta en cualquier momento y despliegue sobre la mesa del salón el mapa de la aventura. Un aventura que implica abandonar el hogar, los videojuegos y el mullido sofá, es decir, abrir los ojos a la más absoluta oscuridad. El momento más oscuro de la existencia es siempre antes del amanecer. Dice Daniel J. Levinson en Encuentro con la sombra que quien es capaz de ver contempla la muerte y la destrucción por doquier. Para construir hay que destruir ¿Pero quién me garantiza que no voy a perecer en mi caída por el agujero?
Fue un error creer que con la madurez dejamos de evolucionar psicológicamente. Recuerdo cuando era muy joven, haber usado el término maduro como sinónimo de estado perfecto de evolución. A través de la Psicología Transpersonal puedo encontrar un sentido a la muerte. Morimos cuando dejamos de ser felices, es decir, cuando dejamos de tener consciencia de evolución. Cuando la manzana está madura cae. Hace muchos años leí la frase Ahora que hemos aprendido a bailar se acaba el baile y os puedo asegurar que el suelo comenzó a temblar bajo mis pies. Por aquel entonces solo miraba con el ojo del cuerpo y el baile acababa de empezar. Cuando sea viejo ya habré madurado lo suficiente para abandonar la sala con diignidad, pensaba.
El término transpersonal significa “más allá” o “a través” de lo personal, y se refiere a las experiencias, procesos y eventos que trascienden nuestra limitada sensación habitual de identidad y nos permiten experimentar una realidad mayor y más significativa .
Daniels
Pero como quedaba demostrado en la película de Bergman, solo soy una persona y no puedo escaparme de la piel que habito. La Psicología Transpersonal me ofrece algunas técnicas con las que puedo trascender esa persona, pero no puedo borrarla, ni tampoco quiero. Es la persona la que me permite observar a la Reina de Corazones cortando cabezas y es la persona la que entierra su espada en la vulnerable tripa de Smaug. La sombra solo la podemos aceptar desde el dolor que siente el ego trascendido y por lo tanto herido.
Cuando nos abrimos a la Piscología Transpersonal obtenemos un inesperado sentimiento de libertad, porque al observar el dolor nos conectamos con nuestro yo real y dejamos de sentirnos víctimas de lo que nos rodea. Y no lamento que se acabe el baile, sino que me alegro de haber bailado a Mecano durante toda la noche, porque en esta discoteca lo importante no es la técnica sino cómo te dejas llevar por la música. Y si mis sentidos están en el cuerpo no quiero olvidarme de él. La Psicología Transpersonal integra el cuerpo con la mente y con el espíritu. Solo desde estos tres ojos podré tener una visión global de quién soy yo. Y levantar pesas no es menos válido que meditar, leer a Nisargadatta, bailar o rezar. Lo que quiero es dejar de caer sin romperme la crisma. Esta cabeza no olvida que la razón es la única que puede proteger al cuerpo en ese otro vuelo sin motor que son los estados no ordinarios de conciencia. Unos estados que me permiten trascender el ego y la máscara y vislumbrar que ni siquiera soy una persona.
Los pilares básicos de la Psicología Transpersonal
Entiendo la Psicología Transpersonal como un movimiento continuo entre diversos factores que se van retroalimentando mutuamente. Entre estos factores me gustaría destacar los siguientes:
- No olvidarse del cuerpo: El cuerpo es el vehículo que nos permite este viaje hacia la Montaña Solitaria. No podemos trascender el cuerpo si no es desde el ego. Afinar el ego al mismo tiempo que fortalecemos el cuerpo es el objetivo.
- Observar las viejas heridas y desbloquear los nudos de dolor que nos atrapan en el sofá voraginoso de nuestra comodidad.
- Modificar la forma de mirar para que lo observado cambie. Experimentar lo que nos pasa como una oportunidad de aprendizaje antes que que como una bendición o una maldición. Sentirnos protagonistas de nuestra historia encontrando nuestros propios dragones, antes que espectadores de la historia de otros con sus muertos vivientes. Así nos libramos de la vergüenza o la ira y aprendemos a desarrollar una actitud compasiva hacia nosotros mismos.
- Afrontar el propósito de nuestra existencia como hizo Bilbo y aceptar que la misión a la que hemos sido llamados por el Mago es el umbral hacia la experiencia transpersonal.
- Dejarnos caer por el agujero de nuestro subsconciente, como Alicia, a través de los sueños, los gatos de Chesire o las cabezas rodantes.
- Observar la máscara de la persona sin identificarnos con ella.
- Atravesar el espejo a través de estados no ordinarios de conciencia como la respiración holoscópica o los retiros de silencio Vipassana.
Precisamente fue en el retiro Vipassana que hice este verano cuando experimenté la mayor experencia transpersonal de mi vida. Pero esa historia de una ida y una vuelta ya esta contada en otro Libro Rojo.
Gracias por escucharme.
Ubuntu!!!