El trauma en la terapia transpersonal

El poder transformador del trauma

¿De qué hablamos cuando hablamos de amor? Es un cuento de Raymond Carver en el que tres parejas hablan de sus experiencias amorosas, y lo hacen desde la incomprensión que les causa el amor, esa palabra que sirve para designar cosas tan distintas como comunicación, ternura o violencia.

Me gusta mucho el final del relato:

¿Y ahora qué? – dijo Terri.

Oía los latidos de mi corazón. Oía el corazón de los demás. Oía el ruido humano que hacíamos allí sentados, sin movernos, ninguno lo más mínimo, ni siquiera cuando la cocina quedó a oscuras. 

Carver, tal vez en un intento de unificar lo inabarcable de una larga conversación gobernada por la mente, entre vasos y vasos de ginebra, se queda con el cuerpo, con el sonido del corazón, el ruido humano.

A menudo viene esta pregunta a mi mente cuando estoy escribiendo las reflexiones de cada semana.

  • ¿De qué hablo cuando escribo mis reflexiones?
  • ¿De qué hablamos cuando hablamos del trauma?
  • ¿De qué hablamos cuando hablamos de espiritualidad?

Qué más da cual sea el tema de la reflexión.

En mi caso siempre estoy hablando de lo mismo, de ese ruido humano que el cirujano Carver llama corazón, un órgano que no solo reside en el cuerpo sino que además prepara a ese cuerpo, latido a latido, para la vida.

¿Qué es el trauma?

El término trauma significa herida.

Freud fue el primero que comenzó a utilizar de forma sistemática esta palabra dentro del ámbito de la psicología, para describir las heridas psíquicas que puede sufrir una determinada persona como consecuencia de un acontecimiento o situación que influya de forma negativa en su vida psicológica.

No hay hechos traumatizantes en sí.

Cualquier situación puede convertirse en un trauma.

Todos nosotros asumimos que hemos tenido en nuestra vida algún acontecimiento que ha tenido influencia en nuestra manera de ser o pensar.

Si todo es trauma, nada es trauma.

Lo que determina que esto sea así o no es cómo la persona recibe, vive y libera esa situación.

Cuando hablamos de trauma estamos hablando del cuerpo y de la energía atrapada en ese cuerpo, una energía encapsulada que impide decir sí a la vida.

Es verdad que para expresar esta afirmación necesitamos los otros dos focos, la mente y el afecto.

Actualizar e integrar nuestros códigos biológico, psicológico y espiritual, sin olvidar que la salida siempre pasa por el cuerpo.

La salida del trauma y la entrada a la vida coinciden en un punto.

Para salir del trauma y entrar en la vida hay que cruzar la misma puerta.

¿toc toc o tic tac?

Cada vez que navegamos por el subconsciente los traumas nos visitan porque están deseando que los reconozcamos y que los aceptemos.

Carver me ha ayudado mucho en este proceso evolutivo, ya que cuando empecé a escribir Carver fue mi maestro en el arte de la observación.

Carver me enseñó a hablar de las emociones mostrando el cuerpo, y no la mente, de mis protagonistas.

Esa es la primera lección que se aprende en un taller literario.

Mostrar las emociones sin nombrarlas:

Apoyó su cuerpo sobre la pierna izquierda antes de dar dos pasos hacia la ventana para mirar como iban encendiéndose las luces de la calle.

El trauma crea la puerta que nos impide cruzar y atravesar el dolor, pero sin ese dolor no existiría la vida.

Tal vez muchos de los capítulos de mi proceso evolutivo lleven el título de un trauma.

  • Cuando mis padres marcharon a Cáceres y nos dejaron a mi hermano ya mi solos con mi abuela.
  • Cuando me pusieron gafas y tuve que ir al colegio con cuatro ojos.
  • Cuando mi madre invadió mi primer amanecer fuera de casa.
  • Cuando no supe nombrar en la escuela, delante de todos mis compañeros, los huesos de a cabeza: frontal, parietal y occipital.
  • Cuando olvidé confesar un pecado el día anterior a mi primera comunión.

Cualquier memoria de dolor ha sido un trauma de distinta intensidad en mi vida.

Supongo que esa energía retenida y encapsulada habría sido liberada de forma inconsciente a través de la imaginación y la creación y recreación literaria o cinematográfica.

No sé si disponía de otros mecanismos de huida, pero recuerdo que no solía enfrentarme ni oponerme a lo que me pasaba.

Es verdad que nunca quise llevar gafas y lloré mucho cuando me las pusieron, pero nunca las rompí ni las tiré al suelo.

Seguro que existen memorias de dolor inconsciente que aún constituyen un trauma en mi vida, pero no sabría nombrarlas como podría hacerlo Dexter, mi asesino favorito, por ejemplo.

Tal vez se deba a mi saludable capacidad de resiliencia.

Cuando ejercitamos la aceptación estamos fortaleciendo nuestra capacidad para recuperar la armonía que hemos perdido.

Trauma a trauma uno comprende y aprende a soltar aquello que le produce una alteración emocional.

Le contaba a mi terapeuta que dejar de sufrir me genera culpa, es decir que experimentar la aceptación me genera culpa, tal vez porque aceptar significa dejar de sufrir y mientras sufro expío esa culpa primordial al mismo tiempo que me la justifico.

¿Hablamos de la muerte cuando hablamos de amor?

Evidentemente.

La muerte de mi padre ha sido el último trauma al que he tenido que enfrentarme.

Pero gracias a esta formación y a vuestra escucha lo he hecho desde la consciencia y la aceptación.

Enfrentarme a la muerte física del cuerpo de mi padre rompió las costuras de mi traje emocional.

Pensaba que no estaba preparado para tocar el cuerpo inerte de mi padre, pero ese mensaje de la mente quedó neutralizado por la energía expansiva de mi propio cuerpo.

Es verdad que sentí esa rotura en la barrera protectora de la que hablaba Freud, pero no me abrumó el sentimiento de impotencia.

Es verdad, también, que durante algunas semanas sentía un bloqueo energético cada vez que lo recordaba, pero hablar de ese bloqueo y llorar mucho me ayudó a disolverlo.

No se trataba de recordar con la mente el proceso traumático sino de sentir el vértigo con el cuerpo, abandonarme al vómito y dejarme caer en la madriguera sin resistirme.

La aceptación pasa por la rendición.

En la penúltima temporada de Dexter, mi asesino favorito se plantea la posibilidad de integrar su trauma infantil y de esta manera dejar de matar.

Cometer un crimen se ha convertido para Dexter en su forma natural de eliminar la ansiedad y la angustia que un hecho traumático de su infancia encapsuló en su cuerpo.

Solo puede resurgir de sus cenizas quien ha sido devorado por el fuego.

2 comentarios en “El poder transformador del trauma”

  1. Me ha encantado tu vídeo… te felicito!!! Tus indicaciones, consejos y reflexiones son muy, muy acertados y, lo que es más importante… pienso que muy útiles para una relación de pareja… incluso yo diría que para cualquier relación importante. Por mi parte, solo me gustaría añadir un aspecto que, al menos para mí, es fundamental:

    Siento que la vivencia de la pareja debe vivirse como algo totalmente alejado del control, la posesión y la exclusividad… el amor tiene que poderse expresar libremente y el compromiso de pareja se vive en cada momento presente, con la total presencia de ambas personas… preguntémonos que es lo que nos hace temer en la otra persona otros afectos o relaciones… y no confiar simple y llanamente en su entrega amorosa e incondicional cuando está con nosotros.

    Un fuerte abrazo!

    1. Muchas gracias, Antoni.

      El amor en pareja es una decisión. Elegimos amar a una persona conscientemente. Amar es un verbo y como cualquier verbo expresa acción y voluntad de amar.

      Pienso que el miedo que proyectamos en el otro nace de nuestra propia incapacidad para confiar en nosotros mismos. De este modo le pedimos al otro que resuelva esa falta de confianza en nosotros pidiéndole que se adapte a nuestra forma de ver la pareja, en lugar de aceptarlo como es y sin intentar cambiarlo.

      Un abrazo.

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