¿Has observado alguna vez el programa de tus creencias?.
Es este post voy a hablarte del gran poder que tiene aquello en lo que creemos.
¿Te has sentido minusvalorado al comprobar que no has alcanzado ese objetivo de felicidad y serenidad que otros, tal vez con menos recursos que tú, sí han logrado?
Antes de nada te voy a hablar de El mendigo, una canción de Víctor Manuel que escuchaba cuando era adolescente
A mi puerta llamó sonriente un mendigo / Tembloroso y feliz una mano extendió
Dos monedas le di y con gesto tranquilo / Preguntó: ¿Eres feliz? No lo soy, buen amigo.
¿Qué te pasa Manuel si eres joven y rico, / y una linda muchacha suspira contigo?
No lo puedo saber y me siento aturdido. /Pues despierta Manuel. Vamos, vente conmigo.
Te invito a reflexionar sobre las posibilidades que un hombre “joven y rico” ve en un “pobre” mendigo.
¿Te has preguntado alguna vez por qué en algunas áreas de experiencia vives por debajo de tus posibilidades?
No respondas inmediatamente a esta cuestión porque puede ocurrir que quien responda sea tu cabeza antes que tu corazón.
Observa a Manuel, el protagonista de la canción, tal vez pienses que ha llegado a la cima de sus posibilidades porque comparte su vida con una muchacha y ha conseguido un buen nivel de renta. Sin embargo, nuestro hombre, no es feliz.
¿Por qué crees tú que Manuel no es feliz?
Tal vez porque no hay un equilibrio en su vida. Utilizamos nuestras potencialidades para crear una vida de bienestar a través de la integración y la sanación de los cuatro niveles que conforman el ser humano:
- Físico
- Emocional
- Mental
- Espiritual
Yo no sé cual es el grado de atención que Manuel dedica a cada uno de estos niveles, pero ¿qué me dices de tu grado de atención?
¿Cuál es el grado de atención que dedicas en tu vida a cada uno de estos niveles?
Puede ocurrir que si pones el foco en el aspecto más saludable, el físico o el mental, por poner el ejemplo de Manuel, descuides otros que por ser menos visibles no son menos importantes.
El otro día hablaba con una amiga mientras veíamos las imágenes que le había grabado en una película de un viaje que hicimos juntos. Ella es una mujer que dirige con gran éxito su propia empresa. Cuando la veía haciendo preguntas a los demás sobre sus vivencias me parecía una gran entrevistadora, y se lo dije. Entonces mi amiga me hizo una confesión:
Ella había estudiado Económicas y Derecho, pero cuando empezó la universidad su verdadera pasión era convertirse en un personaje mediático como era Mercedes Milá en la tele de entonces. Mientras me confesaba su sueño parecía, como el joven de la canción, un poco aturdida, como si se hubiera dado cuenta de una desconexión interna.
Ella me dijo que su familia no quiso apoyarla en su vocación de periodista y que por eso estudió Económicas. Tal vez tú también pienses que aquellos que han desarrollado todo su potencial lo han conseguido por factores tan aleatorios como
- la suerte
- los estudios
- el dinero
- el apoyo de la familia a la que uno pertenece
- el lugar de residencia
Si en lugar de mirar hacia fuera de nosotros nos atrevemos a mirar hacia dentro podemos abordar nuestras conductas desde el ángulo de las creencias que subyacen en nuestro subconsciente, ya que son estas creencias, y no el azar, las que determinan nuestro comportamiento.
Las creencias del elefante
Un niño que visitaba un circo con su padre vio un elefante que parecía dormitar bajo una gran carpa. La cuerda que rodeaba una de sus patas estaba atada a una pequeña estaca que apenas levantaba un palmo del suelo.
¿Por qué no arranca la estaca y se escapa? Preguntó el niño
Porque cree que no puede hacerlo, le dijo su padre.
No lo entiendo, dijo el niño.
Desde pequeño y durante muchos años, le explicó su padre, el elefante estuvo atado a un fuerte árbol, y cada vez que intentó escapar las raíces del árbol se lo impidieron. Ahora su cerebro cree que no puede moverse del sitio si una cuerda rodea una de sus patas.
¿Cuáles son tus creencias?
¿Te has parado a mirar alguna vez si tienes una cuerda atada a tu pie?
Como le pasaba al elefante, las creencias gobiernan tu cerebro sin que te des cuenta.
- Si crees de que no puedes ser escritor nunca podrás ver tu nombre en la portada de un libro. ¿Te imaginas firmando ejemplares de tu novela en la Feria del libro de Madrid?
- Si crees que los monjes que viven en un monasterio Zen tienen facultades extraordinarias de las que tú careces, nunca te irás a Nepal para hacer ese retiro de meditación y silencio que siempre anhelaste vivir, sobre todo desde que viste la película Sabiduría Garantizada. ¿Te imaginas a todos tus amigos y familiares con las orejas de punta escuchando los detalles de tu retiro en el Himalaya?
- Si estás convencido de que no puedes formar una familia con tu pareja actual porque su hijo no va a entender por qué tiene dos papás, nunca podrás compartir la aventura de ser padre. Reconoce que cada vez que ves a esos dos papás felices en el anuncio de Coca-cola sientes un pellizco en las tripas. ¿Te imaginas llevando a tu nuevo hijo al colegio cada mañana antes de ir a trabajar?
Si pudieras comparar tu cerebro con el cerebro de un escritor de éxito, de alguien que tiene una vida basada en la meditación y la atención plena o de un padre feliz, comprobarás que no existen diferencias biológicas, educacionales o familiares.
¿Dónde radica entonces la diferencia entre tu cerebro y el cerebro de un hombre de éxito?
La diferencia está en el Programa, en las gafas que elegimos ponernos para observar la existencia. Unas gafas que son el resultado de la educación, la genética y la experiencia.
El programa de nuestras creencias
- El programa de nuestras creencias se forma, sobre todo, a lo largo de nuestra infancia, y sin comprobarlas las asumimos como ciertas. Cuando era niño me resistía a pasar por una calle porque una vez me ladró un perro. Desde aquel día esa calle se convirtió en un lugar peligroso.
- Los factores que hacen que tengamos unas creencias o las contrarias son aleatorios y accidentales. El perro que me ladró pasaba por allí por casualidad.
- Una creencia puede convertirse en una profecía auto-cumplida. Si cada vez que paso por la calle del perro camino con miedo, es posible que cualquier perro perciba mi desconfianza y me ladre.
- Ninguna creencia refleja la realidad sino una interpretación de la misma. Los hechos son neutros y es nuestra interpretación la que los hace atractivos o no.
- Cambiando nuestras creencias modificamos nuestras acciones y nuestro destino.
Lo importante no es lo que nos sucede sino el modo en que vivimos lo que nos ocurre
Escucha aquí la canción de Manuel y el mendigo, y descubrirás lo que le pasó.
La revelación que voy a hacerte es que el programa es susceptible de ser modificado. Los hechos son neutros y es la interpretación de dichos hechos lo que determina tu vida. Todo lo que te sucede toma su origen en un pensamiento alimentado por una creencia soterrada de la que tal vez no eres consciente.
A partir de ahora te invito a observar tu actitud en el trabajo, en tu sexualidad, en tu familia, en tu espiritualidad, e intenta encontrar la conexión entre esa actitud y las creencias que la sostienen.
¿Qué creencia justifica que no hagas eso que admiras cuando ves a otros hacerlo? Ir solo a un espectáculo, tomar una cerveza en un bar, entrar en un sex shop, visitar una iglesia.
Recuerda que esas limitaciones las creó tu mente profunda durante alguna experiencia de vida. Esas creencias han conducido tus pasos hacia lugares que, aunque lo parezcan, no has elegido desde la libertad y la consciencia, porque son tus creencias las que determinan tus elecciones y tus acciones.
Darse cuenta supone el 90% del cambio que estás a punto de realizar en tu vida.
Gracias por escucharme
Ubuntu!!!