Para encontrar una feliz relación no tienes que cambiar de pareja sino de pensamientos
¿Prefieres tener razón o ser feliz cuando quieres encontrar una pareja?
¿Cuántas veces te has dicho: “Si yo hubiera sabido esto antes”?
Ahora es el momento de conocer estos errores de pensamiento básicos que nadie nos enseñó a la hora de encontrar una relación de pareja.
Nadie nos enseña cómo crear una relación de pareja que aporte paz y bienestar.
Aprendimos con el cine y la literatura. Recuerdo una novelita que leí en la adolescencia que se llamaba Sublime amor juvenil y que me dejó profunda huella.
Pero sobre todo yo aprendí a amar en el cine, como le pasaba al niño protagonista de la película Cinema Paradiso.
El cine me enseñó por ejemplo que la pareja es un espacio de esfuerzo y sacrificio y que solo puedo amar al otro si es como yo pretendo que sea.
Es decir, el cine me enseñó que tener pareja es un trabajo duro. Ante esta perspectiva las posibilidades de encontrar pareja me parecían escasas.
De esta manera el cine fortaleció las creencias y los errores de pensamiento a propósito del amor que yo había creado en mi mente.
Si te fijas bien la mayoría de las películas enseñan esos errores de principiante, esos errores de debutante que nos impiden encontrar a alguien con quien compartir nuestra vida
Caer en los errores de la mente puede salirte caro ya que puedes pasar toda tu vida creyendo que si no tienes pareja es porque no hay nadie que quiera compartir tu vida.
Fíjate que cuando hablo de errores estoy hablando de aprendizajes.
El aprendizaje y la toma de conciencia nacen de la experiencia. Pienso que nadie puede evitar que vivas tu experiencia, por eso nadie puede evitar que cometas errores.
Sin embargo, conocer estos errores de principiante pueden ayudarte a observar con más atención tus procesos mentales cuando estás buscando una relación de pareja.
Los dos modelos mentales a la hora de encontrar pareja
Desde mi punto de vista existen dos modelos mentales que dictan nuestra experiencia a la hora de buscar una pareja. Estos dos modelos son opuestos y se contradicen.
Estas dos perspectivas son la del SER o espiritual y la FÍSICA o la del Yo, también conocida como Ego.
- Cuando actuamos desde el Ser estamos jugando a ser felices. El resultado es el bienestar.
Cuando actuamos desde el Ego jugamos a tener razón. El resultado es el malestar y el sufrimiento.
Los 5 errores de la mente cuando quieres tener pareja
Estos son los 5 errores de la mente en los que caemos cuando jugamos a tener razón:
- 1. Pensar que, en una pareja, solo puedo ser feliz si tengo razón.
- 2. Observar a mi futura pareja desde el ego y no desde el ser esencial que soy.
- 3. Creer que la pareja es un espacio de esfuerzo y sacrificio como dicen los boleros y las canciones de amor.
- 4. Pensar que solo puedo amar al otro si es como yo pretendo que sea y no como realmente es.
- 5. Creer que el malestar que me produce la relación va a desaparecer si considero al otro culpable y lo castigo.
Vamos a ver cómo podemos detectar y corregir estos errores de pensamiento aprendiendo a jugar a ser felices.
Piensas que solo serás feliz en pareja cuando tengas razón.
El primer error de la mente es pensar que solo serás feliz en pareja cuando tengas razón.
Por esta causa crees que la felicidad de estar en pareja es algo difícil de lograr.
No te das cuenta de que esa es la trampa de tu ego para que te quedes donde estás y creas que no hay crecimiento y desarrollo personal en una relación de pareja.
Cuando juegas a tener razón
Cuando juegas a tener razón el ego no busca el amor y la armonía en la pareja sino la propia supervivencia.
Tu ego cree que puede desaparecer si tu pareja no hace lo que tú esperas. Es decir, que tú dejas de ser tú si el otro no cumple tus deseos.
La regla del ego es para que yo gane tiene que perder mi pareja, es decir la regla es ganar-perder, uno gana y otro pierde.
El otro día me decía una clienta a propósito de alguien a quien acababa de conocer :
¿Pero dónde quedo yo si permito que ocurra eso? que es lo mismo que decir ¿Dónde queda mi ego si dejo de tener razón?
Por eso la esencia del ego es el ataque.
¿Qué significa eso?
Que el otro debe perder y estar equivocado para que tú creas que tienes la razón.
En el juego de tener razón no importa quien gane, siempre pierde la posible relación de pareja.
La regla, en este caso, cuando se pierde el espacio relacional entre vosotros, es perder-perder, es decir perdéis los dos.
¿Cuál es el origen del ego?
El ego tiene su origen en la idea de separación de la Fuente, del Origen. Hay una historia que narra cómo el ego se creó cuando decidimos abandonar el Paraíso
El ego es, por lo tanto, consciencia de separación.
El ego dice: yo no soy como tú y solo oponiéndome y atacando puedo mantener esa diferencia y esa separación.
Por esta razón siempre te ves como si fueras alguien separado y muy lejos de una posible pareja.
Cuando juegas a ser feliz
En cambio, cuando juegas a ser feliz, ganar significa si creamos una relación de pareja vamos a ganar los dos. La regla entonces es ganar-ganar.
Cuando juegas a ser feliz puedes ver más allá de los sentidos físicos y no ves a tu futura pareja sólo como si fuera un cuerpo ya que la miras con los ojos del corazón.
Si no hay instinto de supervivencia, porque quien necesita defenderse es el cuerpo, no hay necesidad de ataque, porque además te das cuenta de que los dos formáis parte de la misma Fuente.
Cuando juegas a ser feliz no tienes miedo de que tu posible pareja te haga daño o te haga sufrir porque eres capaz de reconocer un pedido de amor cuando esa futura pareja se enfada o no hace lo que tú esperas.
Entonces sabes que ambos sois iguales cuando lográis conectar con vuestra esencia interior.
Observas a tu futura pareja desde el ego y no desde el ser esencial que eres.
Observar a mi futura pareja desde el ego y no desde el ser esencial que soy
El segundo error de la mente es observar a tu futura pareja desde el ego y no desde el ser esencial que eres.
Cuando juegas a tener razón
Cuando juegas a tener razón solo ves a tu posible pareja con los ojos físicos, con los ojos de la necesidad y la escasez. Es cuando piensas que lo que tú necesitas lo tiene el otro.
Crees que el otro debe darte aquello que necesitas y que tú crees que te falta.
Observa que esa percepción limitada de ti misma, y de ti mismo, es lo que está provocando la atracción y el enamoramiento.
Por ejemplo, si sientes necesidad de protección te vas a enamorar de alguien que necesita dar apoyo y amparo para sentirse querido.
De esta manera amas al otro solo en la medida que esas necesidades de protección y cuidado están cubiertas.
Cuando el otro ofrece su protección y tu necesidad de refugio queda satisfecha, tú estás fortaleciendo la imagen limitada que tienes de ti misma, de ti mismo.
Y eso te hace sentirte bien, pero solo temporalmente.
¿Qué pasa cuando tu pareja no satisface tus necesidades de atención, amor y afecto?
Que lo que antes te resultaba atractivo ahora deja de serlo y empiezas a pensar que no merece la pena estar en pareja.
Cuando juegas a ser feliz
En cambio cuando juegas a ser feliz percibes al otro más allá de los sentidos físicos.
Lo esencial es invisible a los ojos. ¿Te acuerdas del Principito? Ese era el secreto del zorro.
Cuando juegas a ser feliz te conectas al nivel del Ser que es de donde nace el verdadero Amor.
Reconoces que lo que te atrae del otro es el contraste.
Te das cuenta de que es esa diferente polaridad la que ha activado tu deseo de aprender al lado de otra persona.
Cuando juegas a ser feliz no ves en el otro aquello que te falta sino eso que quieres desarrollar en ti creando una relación de pareja.
Te das cuenta de que el otro solo es una oportunidad de aprendizaje personal para descubrir quién eres en esencia.
Creer que la pareja es un espacio de esfuerzo y sacrificio
El tercer error es creer que la pareja es un espacio de esfuerzo y sacrificio como dicen las canciones, las novelas y las películas.
Cuando juegas a tener razón
Cuando juegas a tener razón crees que el esfuerzo y la competencia son inevitables en la relación de pareja.
Piensas que el amor se gana con el sudor de tu frente.
“Amar es el empiece de la palabra amargura” cantaba Mecano.
Al ego le encanta el sacrificio pues piensa que lo que no cuesta esfuerzo no merece la pena.
Por eso el ego te hace creer que defender tu postura es prioritario y eso es agotador.
Si tú tienes razón ¿Cómo está el otro?
Equivocado.
Si tú tienes razón tienes que convencer al otro de que está equivocado y eso es algo que te cansa y debilita.
Te cansa tanto que piensas que no merece la pena estar todo el día peleándose.
Cuando juegas a ser feliz
Sin embargo, cuando juegas a ser feliz puedes ver la pareja como un espacio de aprendizaje y colaboración en el que cada uno aprende del otro aquello que necesita para amar en libertad.
El contraste con el otro no solo te enriquece sino que te ayuda a lograr una mejor versión de ti misma y de ti mismo.
Te das cuenta de que no necesitas tener los mismos intereses que tu pareja para sentirte amada, para sentirte valorado.
Cuando integras dentro de ti las diferencias con el otro, esas diferencias desaparecen, las mentes se unen y el amor se expande.
Cuando era niño había un programa infantil llamado Ábrete Sésamo (fue anterior a Barrio Sésamo) en el que había unos dibujos animados en los que podías ver el contorno de dos cabezas.
Una tenía en la mente un triángulo y otra un cuadrado.
Cuando las cabezas se comunicaban cada una transmitía a la otra el contenido de su mente.
De este modo, después de la comunicación, ambas cabezas tenían un triángulo y un cuadrado.
Cada cabeza sabía el doble antes de que la comunicación se produjese.
La pareja te ayuda a descubrir todo tu potencial.
Piensas que solo puedes amar al otro si es como tú deseas y no como el otro es en realidad.
El cuarto error de la mente es creer que solo puedes amar al otro si es como tu deseas y no como es en realidad.
Cuando juegas a tener razón
Cuando juegas a tener razón el ego te dice que solo puedes amar al otro si cumple tus expectativas y se comporta como tú esperas.
Si el otro no satisface tus necesidades el ego te dice que no merece tu amor.
Cuando quieres tener razón las cosas son como tú crees que deben de ser.
¿Y entonces cómo crees que se siente el otro?
El otro no se siente bien.
Y si el otro no se siente bien tú tampoco estás en paz.
El único que se siente satisfecho es el ego. Ya sabes que al ego le encanta el sacrificio y el malestar.
El ego necesita un culpable para mantener activo el conflicto.
De este modo tú evitas asumir la responsabilidad de lo que sientes porque piensas que la culpa la tiene el otro.
El ego te dice que para que tú te sientas inocente el otro tiene que ser culpable.
Pero ese sentimiento de inocencia no trae paz a la relación porque el otro no se siente amado si no es aceptado tal como es.
Cuando juegas a ser feliz
En cambio cuando juegas a ser feliz amas al otro tal como es sin intentar cambiarlo.
Te das cuenta de que una pareja es un espacio relacional entre dos seres humanos diferentes.
Solemos creer que la pareja es el otro.
La pareja no eres tú ni tampoco es el otro, la pareja es la relación entre ambos.
Para lograr la unión a través de la relación primero tienes que ser consciente de las diferencias.
Recuerda que esas diferencias son las que crean la atracción cuando te enamoras de alguien.
Cuando, después de la fase inicial de enamoramiento, el contraste se produce, y ese contraste es inevitable porque cada uno es diferente, entonces cada uno se hace responsable de su propio malestar y no culpa al otro de lo que siente.
Cuando amas al otro no valoras las semejanzas que os atraen sino que aprendes a amar las diferencias que os separan.
Crees que el malestar que te produce la relación desaparecerá si sacas al otro de su error, lo consideras culpable y lo castigas.
El último error de la mente es creer que el malestar que te produce la relación desaparecerá si sacas al otro de su error, lo consideras culpable y lo castigas para corregirlo.
Cuando juegas a tener razón
Cuando juegas a tener razón el ego necesita justificar el ataque porque sin el ataque el ego no tiene razón de ser.
Recuerda que el ego nace de la conciencia de separación y solo puede sentirse separado si defiende su postura a través del ataque.
Observa que para justificar el ataque primero tienes que considerar a tu futura pareja culpable de algo.
Fíjate que la causa del ataque no es importante.
Puede ser que haya olvidado tu cumpleaños o que no haya bajado la tapa de wc.
Necesitas proyectar tu malestar y como no quieres hacerte cargo de él lo castigas con tu indiferencia o tu rabia.
Incluso puedes llegar a decirle: “Te castigo porque te amo”.
De esta manera, con el tiempo, aumentan el miedo y las sospechas hacia el otro y sin darte cuenta proyectas sobre tu pareja tu propio miedo y carencia de amor propio.
Para ocultar que no te amas a ti misma o ti mismo, prefieres acusar al otro de que no te da el amor que necesitas.
Cuando juegas a ser feliz
Sin embargo, cuando juegas a ser feliz y sientes malestar buscas en tu interior, buscas en tus propias creencias el error de pensamiento que el otro, como un espejo, te está reflejando y mostrando.
De este modo te haces consciente de esa creencia falsa que te causa dolor.
Solo entonces puedes asumir la responsabilidad de esa creencia falsa y corregirla en tu mente.
Para corregir el error primero tienes que asumir tu propia responsabilidad en la visión del malestar y no culpar al otro.
Entonces el error de tu mente, que el otro te muestra como un espejo, se convierte en una oportunidad de aprendizaje para ti.
Te das cuenta de que si no es por tu pareja no eres consciente de la creencia falsa que activa tu malestar.
Ya te he mostrado los 5 errores de la mente.
Todos cometemos estos errores porque nadie nos ha enseñado a actuar desde el Ser sino desde el ego.
El ego es el modo de actuar que traemos de fábrica cuando venimos a participar de la experiencia terrenal.
Ten en cuenta que esta experiencia se manifestó para que el ego pudiera sobrevivir cuando decidió separarse de la Fuente.
En el próximo vídeo del mini-curso te explicaré la metodología, paso a paso, que he seguido para aprender a jugar a ser feliz y construir una relación de pareja dichosa.